Dejando la política y actualidad de lado por un rato, esta vez es el turno de un tema filosófico con la particularidad de verlo desde un punto "científico". Se trata de un planteo algo esotérico que alguna que otra vez he charlado con cierta gente que me crucé por la vida. Encontré que a algunos les pareció curioso e interesante y, como a mi, los hizo pensar bastante.
Deténgase un momento y piense en detalle el siguiente experimento: Usted se encuentra sosteniendo en su mano un puñado de mil alfileres de acero y debajo, a unos 20 cm de distancia, se encuentra la superficie de una mesa grande, común y corriente. En un momento dado, abre su mano y deja caer los alfileres sobre la mesa y los mismos quedan todos desparramados sobre dicha superficie. Ahora imagine que usted repite el mismo experimento en otra mesa exactamente igual y con exactamente los mismos alfileres. Suponga ahora, que la similitud de ambos experimentos es extrema. Es decir, que en cada experimento usted sostiene con igual fuerza los alfileres y cada uno de los mil alfileres se encuentra exactamente en la misma posición de la mano que en la experiencia previa. Suponga también que todas las condiciones ambientales y externas son exactamente las mismas en ambas situaciones. ¿Ya tiene la situación en la cabeza? Bien, ahora la pregunta entonces es: Si observa los alfileres desparramados en la mesa luego de cada experiencia, ¿cree que cada uno de los mil alfileres se encontrará en la exactamente la misma posición en ambos casos? En principio, el sentido común y nuestro pobre e intuitivo conocimiento sobre la fisica nos diría que sí. Del mismo modo que, al empujar varias veces una misma puerta con cierta fuerza para cerrarla haría que esta se cierre de igual forma en cada una de las oportunidades, o que, cada vez que calentamos un café 40 segundos en el microondas al retirarlo está igual de caliente, tendemos a pensar que repetir una experiencia en iguales condiciones trae un único resultado posible. Sin embargo, este resultado, de ser cierto, traería consecuencias filosóficas sobre el sentido de la vida algo curiosas. Veamos porqué.
Volvamos a nuestro experimento. Imagínese que usted, antes de realizar la experiencia, mide con precisión cada factor relativo al mismo: la posición de cada alfiler con respecto a su mano, la distancia con la mesa, el peso de cada alfiler, etc, etc. Ahora bien, supongamos que cuenta con una función matemática que, dado esos valores medidos, retorna la posición donde va a caer cada alfiler. Si leyó lo anterior y se mareó o no se lo imagina, piense en el ejemplo sencillo de cerrar la puerta. Aunque no sepa nada sobre matemática, con un mínimo de conocimiento de colegio secundario, se podrá dar cuenta que, dado el peso de la puerta y la fuerza ejercida sobre ella, es posible saber cuan rápido se cerrará al empujarla mediante alguna herramienta matemática (las funciones). Sin ir mas lejos, en muchas de las decisiones que usted toma a diario tiene este tipo de conocimiento incorporado, por ejemplo, sabe que si pone a calentar agua, a medida que pasa el tiempo, la temperatura va aumentando. La manera en la que aumenta, también esta definida por una función matemática, o mejor dicho, hay una función que describe ese fenómeno. Es decir que, dado un conocimiento de valores iniciales y una función que describa el comportamiento con precisión, uno puede conocer el resultado final. Volviendo al experimento original, si yo tengo todos los datos iniciales sobre la situación de la mesa, el ambiente y los alfileres, mediante la función matemática correspondiente, puedo conocer el resultado. El punto donde esto se vuelve realmente interesante es plantearse que sucede si llevamos esta idea a una escala que abarque todo nuestro mundo. Es decir, haga de cuenta por un momento que el experimento abarca el mundo entero. Suponga que tuviera la posibilidad de congelar el mundo por un momento y pudiese medir todas las condiciones actuales y tuviese una función que describa cada movimiento, cada proceso químico, biológico y físico del mundo entero. Con esta información podría saber que va a suceder en cada situación particular, minutos, horas o días después de esa primera observación para cualquier situación que ocurra. En otras palabras, conocer el futuro. Más aún, conociendo solamente las condiciones iniciales del origen del universo, con las funciones apropiadas, ¡podría saber que va a ocurrir de acá al resto de la eternidad! Ahora bien, obviamente, realizar tales mediciones es algo impracticable, y conocer todas las funciones que describen todo es imposible en la practica. Sin embargo, si tal cosa es teóricamente posible, implicaría que todas las decisiones estarían predefinidas, ya que los valores iniciales del universo son valores que existen por más que no se conozcan, y tampoco hay algo que impida la existencia de las funciones que mencione, ya que todo hecho ocurrido en el mundo no deja de ser en el fondo mas que física y química. La implicación directa de que el futuro pueda ser conocido de antemano es que el destino esta marcado y por ende, no hay tal cosa como el libre albedrío. Como corolario del asunto, el azar seria solo un efecto aparente. ¿Interesante no? Este supuesto conocimiento sobre los valores iniciales y las funciones que explican el comportamiento del mundo es conocido como el Demonio de Laplace, ya que fue Pierre Simon Laplace quien propuso tal cosa en el siglo XVIII. Este pensamiento tiene fuertes bases en la física clásica y es parte de toda una doctrina filosófica conocida como Determinismo.
Ahora bien, si todo esto puede fue una revelación interesante pero una visión medio depresiva del mundo en la que todo esta predefinido, no se preocupe porque este cuento no termina acá. Por suerte, en el último siglo, la física moderna de la mano de Einstein, junto con algunos resultados de la Mecánica Cuántica como el Principio de Incertidumbre, o la matemática de la Teoría del Caos, han mostrado que los alfileres difícilmente caigan dos veces en el mismo lugar. ¿Por qué? Me cansé de escribir pero si veo que esto despierta algo de interés, supongo que supongo que será un tema de un algún próximo post.
viernes, 26 de marzo de 2010
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Es increíble: pero lo entendí.
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